9/21/2013

Una humilde propuesta


   Votar en unas elecciones con la ley electoral vigente equivale a arriesgar una fortuna al póker sabiendo que la partida se juega con cartas marcadas. Sólo un suicida o alguien tan tonto como para creer que así la baraja puede beneficiarle, jugarían en tales condiciones.
   Uno se devana los sesos pensando entonces qué hacer, y concluye desesperado que las reglas quizá cambiaran si IU y UPyD acudiesen a las próximas elecciones generales defendiendo un programa común muy sencillo, donde se exponga hasta el último detalle una ley electoral que establezca un sistema proporcional y el gobierno prometa limitarse exclusivamente a sustituir la actual norma por ésta para convocar de inmediato nuevas elecciones, ahora sí, limpias, y nada más. Esto, seguramente, es imposible. Sin embargo, la política española ha alcanzado tales cotas de aberración que ya sólo resulta deseable lo imposible.
   Naturalmente, una ley electoral justa no garantizaría una legislatura justa. Antes al contrario, es probable que pusiera de manifiesto sin trucos, en su verdadera y más terrible dimensión, la infinita estupidez de los españoles. Pero acaso lo que con más urgencia necesitemos sea enfrentarnos de una vez por todas a lo que somos.

Publicado en La Opinión de Murcia, 19/9/2013.


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