7/14/2012

Pensamiento de mediodía


   Después de la así llamada crisis económico-financiera, la spanishrevolution o como lo quieran denominar, y las elecciones del 20 N, en la política española sólo queda la inscripción de Dante a las puertas del Infierno: Lasciate ogni speranza.
   Esta última y falsa revuelta, su estrepitoso fracaso, certifica la derrota. Los lobos están desatados; nos encontramos a merced de criminales que harán pasto de nosotros. Únicamente resta ya seguir el consejo de Epicuro: "Libérate, hombre libre, de la cárcel que es la política".
   Pero es un consejo misterioso éste de Epicuro. Pues, a decir de su maestro Aristóteles, para lograr semejante proeza el ser humano habría de mudarse en bestia o en dios. Y está claro que andamos más cerca de convertirnos en bestias que en dioses. Lo prueban el creciente agrupamiento de mutas (*) en las calles y el funcionamiento de las redes masivas de internet: vanidad, banalidad, griterío, dogmatismo, frivolidad, propaganda y tontuna son la norma actual ahí; como en toda manada, el pensamiento ha sido desterrado a los márgenes. No tendría que suceder necesariamente así, pero la estupidez del hombre se impone; la perversión semántica ha degenerado hasta el punto de que tales eventos pasan incluso por arte.
   No obstante, cabe aún un pensamiento optimista. Si para aspirar a alguna clase de liberación, el ser humano ha de cambiar indefectiblemente su naturaleza social, más que nunca opera la sentencia de Zaratustra: "El hombre debe ser superado". La condición de artista genial en la que los universitarios han intentado confinar a Nietzsche, se demuestra una vez más errónea. Nietzsche fue, en efecto, un artista genial, pero porque fue un pensador lúcido. Apostó por el siglo XXI y no fue moderno, sino absolutamente moderno, como Hölderlin y Rimbaud. La libertad pasa trágicamente por él, por Grecia, por Epicuro... De lo contrario, lo nuestro será un futuro de reses anestesiadas en manos de carniceros.
   ¿Soportaremos el frío de estar a la altura?
   Dicen que la muerte por congelación tal vez sea la muerte más dolorosa.


(*) Vid. Elias Canetti. Masa y poder. Alianza editorial.

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