7/01/2012

Dudar o temblar


     ¿No son dudas también esos temblores insondables de la incertidumbre que ante el amor, la muerte, el dolor, la belleza, el arte y tantas otras experiencias significativas de la vida, asaltan el pensamiento y lo estremecen, como si trataran de succionarnos? ¿No son ellos, que lo niegan todo y van sumándose, las verdaderas dudas?
     Sin embargo, afirmar que se siente el vértigo de temblores insondables resulta de mal tono. Tan de mal tono como negar que se alberguen dudas. Y así, se duda sólo hasta ciertos límites. De manera que, por lo general, la duda no guía el pensamiento, sino que el pensamiento se sirve de la duda cuando algo no se ajusta a su visión.
     ¿En tales circunstancias, no es la duda únicamente un útil de la fe?
     Cabe sospechar de la duda hasta el punto de que resulte preferible hablar de temblores insondables de la incertidumbre, pero no de dudas. Para que nadie se llame a engaño y porque, de ese modo, quizá contribuimos a que la duda recupere su rango en el entendimiento humano.

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