7/09/2012

Algunas clases de tontos (III)


  La tonta:

  Apenas hay palabras para describir a la tonta. La tonta es inefable, abundante e inconcusa.


  Quien se hace el tonto:

  Hacerse el tonto es una forma de defensa arraigada en el ser humano cuando una situación le infunde miedo. Y es que el miedo atonta, irremediablemente. De hecho, uno de los mayores peligros que se corre en este caso -y en no pocas situaciones el miedo nos asalta tentándonos a pasar por tontos-, es hacerlo demasiado bien, ya que entonces se tiende al acomodo y la tontería acaba por enseñorearse de todo.


  El sincero:

  Este sabe de su tontuna, y que también la sinceridad miente, porque es personal, exclusiva. La sinceridad es la verdad de alguien, su verdad, no necesariamente la verdad. Y el sincero, obstinado en que es imposible callarse del todo, como no encuentra nada mejor, dice lo que piensa, y, así, se coloca siempre ante el abismo del error.


  El silencioso:

  Este no está aún libre de la tontería, pero le queda poco.


  El tonto a medias:

  Este se conforma con ser tonto la mitad de la vida y ver qué pasa en la otra mitad, pero arrastra siempre un lastre muy pesado.


  El maleducado:

  Este no respeta a los demás, probablemente para no tener que respetarse a sí mismo. Como Borges, comete "el peor de los pecados que un hombre puede cometer", pero no porque no sea feliz, sino porque ahuyenta de su lado cualquier forma de amistad.


  El hipócrita (o falso cínico):

  Este desprecia a los hombres, pero no se separa de ellos ni se atreve a ladrarles, de manera que, ante él, la buena fe se verá siempre traicionada e inerme. No puede haber nada más dañino para quienes intentan ser honrados, para quienes todavía no han claudicado y por lo menos lo intentan. Sin embargo, casi más odioso es contemplar cómo el hipócrita, al reivindicar sus derechos con el argumento de que "sin hipocresía la convivencia resulta insoportable", mancilla grotescamente la memoria de Diógenes. Porque tal cosa sólo ocurre si hablamos de convivencia entre cínicos, ¿y qué cínico reclamaría el derecho a una convivencia soportable?

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